Pompas

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Anselm Kiefer expondrá hasta primero de septiembre en el Guggenheim de Bilbo. Intentaré ir en verano. Le considero uno de los diez mejores artistas plásticos del XX o de los vivos actuales, es igual. Es uno de mis favoritos aunque pienso poco o nada en él, cuando desarrollo y cuando no... Me abrazo más a otros, a veces, no sé...

Es inmensamente rico, plástica y conceptualmente hablando (o escribiendo, ahora), y también debe serlo monetariamente ya que sus obras valen un colló de mico. Necesitaríamos veinte o treinta como él cada siglo, para que esta nuestra querida “civilización”, tan grande y tan imbécil a la vez, pueda superar algún día sus complejos con el arte, su sociedad (o suciedad) y su entorno. Kiefer coloca la mística, la historia, el propio horror “de y en” la historia, al propio hecho de pintar y conocer, a la altura de una religión, para convertirnos nosotros mismo en nuestros propios dioses, respetando o cuando menos soportando nuestros defectos y proezas a la vez, envolviéndonos sus obras como un espejo entre nuestras narices...

Ha sido, y es, padre de otros pintores. Como Barceló. Sin tanta pompa y platillos (?), un solo cuadro de Kiefer hubiera eclipsado la parafernalia estructural, compositiva, conceptual y sin tanto permiso-opinión obispal además, del montaje cerámico, recientemente inaugurado en la catedral de Mallorca (ante y por la monarquía borbónica, además).

Un cuadro de Kiefer como por ejemplo La jerarquía de los ángeles, del 2000 (óleo, emulsión, acrílico, goma-laca y telas de lino sobre lienzo), de unas medidas 950x-510 cm. que permiten además de una buena vista, transportar un verdadero paisaje interior y de observatorio eterno al abismo infinito... Y como desarrollo estético si se requiriera para llenar (o rellenar) conciencias místicas de cualquier hijo de vecino episcopal, municipal, real, militar, liberal o conservador... Yo preferiría a cualquier hijo de vecino payés o proletario, por ejemplo. Se acercaría más a la esencia de un trabajador plástico como Kiefer, que pinta o construye-reconstruye sus obras, quizás como Miró, como verdaderos labradores de la tierra, del concepto, de la metafísica, del traspasar materias con pinceles-espada o de la realidad escondida de nuestros sueños, ilusiones, paisajes de la memoria... De nuestras verdades y mentiras...

Señoritas

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Las Señoritas de Aviñon, fueron/son Les Demoiselles d'Avignon, aunque Picasso nunca titulaba sus cuadros, se supo desde el principio que, a modo de broma, le llamaron así a su cuadro. Las señoritas de hecho eran putas, prostitutas de los burdeles frecuentados por Picasso en la calle Avinyó de Barcelona, cerca de su estudio de entonces. De hecho, según Palau i Fabre, uno de les más importantes expertos de la vida y obra de Picasso, el cuadro debería llamarse Les Senyoretes del carrer d'Avinyó. En muchos círculos intelectuales así se le reconoce y nombra. También es posible que uno de los influjos iniciales para realizarlo fue la reciente imagen del suicidio de su amigo Casagemas, compañero de fatigas, juergas y amores que no superó nunca su humanidad depresiva, aumentada por un amor no correspondido. También Picasso se estaba distanciando/separando de su primera relación estable con Mme Olivier. A ello añadía consciente o inconscientemente ingredientes de su cocina artística particular, que ya en su primera juventud era muy densa, llena de esponjabilidad, de vitalidad, análisis. técnica e introspección...
Para mí sigue siendo la obra de arte donde más tiempo he permanecido delante, observándola en su totalidad original. Fue, hace bastantes años, en Barcelona, antes de que se fuera depositado, para no moverse más, al museo norteamericano donde estará ahora mismo, supongo. Creo que es la obra de pintura más importante del pasado siglo, quizá de toda la historia de la pintura, con permiso del propio Picasso y su Guernika... En comparación con ésta, por ejemplo, destacaría a las de Avinyó como una obra más experimental, arriesgada, rompedora y seguramente también más llena de emoción y libertad del autor...
La vida de Picasso pasaba por un relativo buen momento económico que le había permitido ampliar espacio en le vateau lavoir y comprar tiempo para dar vueltas a un nuevo arte o estilo, enrocándose en mil maneras, bocetos y capas de pintura en este cuadro como una gran obsesión (no sería ni la primera ni la única ocasión que lo haría, pero seguramente sí una de las más intensas...). Se codeaba además, con los más afamados artistas emergentes y con coleccionistas de vanguardia del momento en París y, con la nueva obra, perseguía dar un golpe de efecto ante todos ellos... Y en buena medida lo consiguió, a pesar de unos iniciales comentarios jocosos y de desconcierto sobre el resultado de la obra por parte de sus colegas, Pero Picasso sabía que aquel cuadro era importante y podía transcender desarrollando todos los puntos de partida de su trabajo en su estancia en Gossol y Horta de Sant Joan. Sabía de la importancia que podía significar, y el tenía poder creativo y técnico para hacerlo: Crear un nuevo estilo artístico. Partía de la solidez de la influencia del arte de Cezanne, de El Greco, quizás Goya, de la majestuosidad y solidez del románico catalán, más de la improvisación y autenticidad del arte africano, muy de moda en el París de entonces... La mezcla fue un cóctel explosivo, de éxito y de influencia capital en muchos artistas, incluso para el propio Matisse, entonces con una sana, o no, rivalidad con el propio Picasso... El apoyo de Gertrude Stein y de nuevos intelectuales y marchants significó el despegue total hacia la fama para el artista y una no vuelta atrás para el desarrollo definitivo del arte del siglo XX y... hasta hoy mismo, con el permiso, avance y colaboración de Kandinskij, Miró y no más de cinco otros tantos artistas contemporáneos de él...